Lo que vemos…

Decisiones

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No puedo protegerte,

si el escenario es triste y se torna negro,

 aún si estuviera ahí no podría lograr nada,

 ¿sabes? voy a cuidar todos mis sentimientos

y seguiré en una lucha constante…

voy a valorarlos uno por uno… hasta encontrarme,

y después… creáre un escenario agradable

donde si bien no pueda protegerte…

te devolveré las mil sonrisas que ayudaron a levantarme…

no es una promesa…

es una decisión que he comenzado a llevar a cabo.

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Vida…

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Te dedicaré toda el  alma hasta que pueda olvidar que te estaba tratando de olvidar.  Haré gritar mi alma y hablará mi cuerpo en la dulce cárcel de la locura a la que me encomendaron mis ojos al verte por primera vez.

Dedicaré todas mis sonrisas a Dios, daré gracias por la bendición de un cielo azul y por las noches lloraré la soledad sobre algodón. Dejaré que este corazón se exprese todo lo que pueda  mientras mis pasos marcan los cuatro tiempos de la vida sobre las estaciones de los cambios.

Alzaré mis manos al cielo sintiendo el frío viento de una colada invernal sobre mi nariz y dedicaré millones de sonrisas a las estrellas que tintinean sobre los campos del sur, antes de volver al algodón y a los terribles cambios de humor… rezaré por otro día más de vida.

Te dedicaré cada letra y cada estrofa de mis pensamientos y al final… todas las dedicaciones se abran esfumado cuando repentinamente me haya dado cuenta que por dedicarte toda mi vida; encontré la manera de vivir la mía.

Atte: Ing

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No más amor para ti.

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Indiscutiblemente había cambiado bastante, ahora empacaba sobre una maleta azul marino sus sueños, vestidos y regocijos. Quería dejar en la caja de cartón la tristeza y el dolor pero bien sabía que debía meterlos al igual que las credenciales que marcaban su identidad.

Llevó todo sin olvidarse de nada y sin más tomó un sombrero de sol y caminó por la interminable calle haciendo que el ruido de las llantas de la maleta se hicieran sonar por todos lados.

Se paró en un café donde había un teléfono público colgado rojo.

Y sin más se quedo quieta esperando a que el tren llegara a la subestación para comenzar un nuevo viaje. Llevaba una hora de retraso para el amor pero iba bien preparada para irse antes de que volviera para detenerle.

Abrió un poco la maleta mirando cómo el amor trataba de salir de la caja y con una cínica sonrisa comentó:

-Quédate quieto, ya habrá alguien más adelante. Si nos quedamos solo le causaremos más problemas. ¿Le amas?-

Y entonces vió que amor asentía mientras tristeza le hacia compañía.

-Oh no empiecen ustedes dos, que después dolor se les une en éste alboroto- cerró la maleta observando entonces hacia el frente.

Comenzaron a llover enormes gotas de palabras y ella entonces sólo sonrió. Estaba él con su maleta roja enfrente.

Charlaron poco tiempo, no es que fuese el final, solo concordaban algunos hechos que siendo arreglados por ambas partes hubo una tranquilidad importante.

-Bien, eso es todo, es hora de que me despida. Espero volver a verte pronto- besó la mejilla  del hombre de la maleta roja con bastante dulzura.

Esta vez la maleta azul marino pesaba más, fortaleza venía en ella.

Dió un suave suspiro antes de ver las puertas del vagón abrirse.  No había vuelta atrás.

No si ambos merecían ser felices.

Y las puertas del vagón se cerraron, definitivamente ya no habría marcha atrás.

atte: Ing

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Canario.

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Canario

Por: Ingrid Albarrán.

Existe un canario amarillo dentro de una jaula pequeña, sus ojos negros  podían mirar a la gente que pasaba en aquel bazar de día una y otra vez. Alguna gente regresaba al mismo sitio y otros cansados de mirar al canario optaron por la idea de seguir caminando para encontrar alguna nueva maravilla  a su paso.

El canario no era el más bonito; pero su trabajo radicaba  en cumplir deseos de la gente que pasaba y pedía un pedacito de cartón con algo de suerte. Su trabajo ponía orgulloso al canario puesto que veía sonrisas de personas que le hacían sentir útil.

Pero el canario, aquel que le pertenecía a todos siempre observaba a lo lejos a un muchacho; le había conocido cuando aún era un canario libre y sincerando su corazón le había dicho lo feliz que le había hecho haberle conocido. Pero canario tonto e incrédulo que creyó que el muchachito precoz le haría caso. Este solo se lleno de orgullo y volvió al jardín donde hermosas flores abrían sus botones solo para merced del muchacho; muchas de aquellas flores pronto se marchitaban y dejaban de ser agradables a los ojos del muchacho. Muy pocas eran las que seguían en el jardín para alegrarlo.

Y el canario tonto de amor se entregó a la jaula con dueño. Era un lugar acogedor y lleno de esperanza en cada uno de aquellos papeles. El muchachito solo miraba de lejos al canario sacar los papeles con sorpresas; nada interesante para alguien que tenía de flores por montón. Se alimentaban de sus raíces y se bañaban en elogios de agua de lluvia. Sentía pena por el canario…  que aún siendo caprichoso y ególatra podía dedicarle por lo menos unos de sus pensamientos.

El muchachito se acercó al ave un día cuando la función del bazar había terminado; el canario despistado revoloteaba fuera de la jaula alegremente cuando sintió  unas palmas tomarlo y desearle suerte con un pequeño beso sobre su frente.

El canarito estaba feliz y su corazón latía insaciable, su muchachito le había visto, ¿acaso eso no era motivo de felicidad?

Lo era.

Pero su realidad siempre era otra, el canario… aún teniendo alas, suavecito, caprichoso y gentil… quería seguir en esa jaula; porque bien sabía que el día que saliera… no podría competir contra las bellas flores del jardín… ellas que se cuidaban solas, platicaban alegres con la lluvia pidiendo alegres unas cuantas gotas y abrían sus botones de flor para cuando el muchachito tuviera el deseo de verlas.

El canario entonces… ya no quería ver al muchacho. No cuando sentía que todo lo que el era… era insuficiente.

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Nota:  Es una historia dulce, al menos escribirla se me ha hecho de esa manera. Un canarito que se siente inútil frente a un muchachito; ¿no es una historia de amor dulce? No se si dejarla así o continuar; podría contar la historia de la perspectiva de las flores, del dueño de la jaula o del mismo muchachito.

Espero les haya gustado.

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Frase de Eruka…

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Te odio como el sol odia a su muerte cada tarde,

te temo como la luna teme desaparecer entre el Día,

y te amo como el cielo ama a sus estrellas.

Eruka

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Quekes…

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-¿Quién va a querer Quekes?-

-Yo abuelito, con cajeta y mermelada-

-Entonces ayúdame a sacar todo lo que necesitamos para hacerlos-

La familia sentada en una mesa que es para ocho personas convertida en una para 14 e inclusive más… mi abuelito con su taza de café cargado tomando un poco mientras veía de vez en cuando la novela de las nueve con sus enormes lentes.

Coemnzaba a preparar la mezcla con leche entera de vaca, yo solo miraba como es que lograba la perfecta consistencia y comenzaba a prepararlos sin que se le quemara ninguno. «Mi mamá no tiene mano para hacer hot-cakes», podía queharme con mi abuelito observando como reía con se dentadura postiza.

Todos quedabamos satisfechos con dos o tres con la cajeta traido de Celaya, Guanajuato. Los lentes enormes de mi abuelito que nos miraban y su sonrisa con dientes postizos; demostraba que su satisfacción estaba cumplida mientars los comiamos y el bebía de su cargado café sin despegar nuevamente la mirada de la tele.

-Miguel a ti te salen rebuenos los quekes, lastima que solo hagas cuando tenemos casa llena. Uhhh ya quisiera que me hicieras solo a mí-reprocahaba mi abuelita mirando la smiam novela que mi abuelito de manera indiferente. Siempre ocultando sus sentimientos hacia mi abuelito.

-Hay Eduarda tú y yo no nos los acabaríamos-

Mi tía recogia los tarstos mientras otra de mis tías los lavaba con una cubeta de agua. Ya que la ver tanta gente se acababa el agua del tinaco.

Al final todos seguían viendo la novela ahora de las 10:oo acompañando a misabuelitos.

El sabor de los quekes familiares me hacian muy feliz, ahora que toda la familia está reunida jamás volveremos a probar unos quekes con una novela, pero… nadie quitará ese maravillosos recuerdo.

Los quekes de amor de mi abuelito…  sus regaños… su cariño… su silencio… su sabiduía…

siempre las recordaré con admiración…

abuelito, gracias pro hacer de mí una buena persona.

Atte:

Ingrid

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