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  • O-ai dekite ureshii desu

    Publicado el 30 30-06:00 mayo 30-06:00 2009 ingrid Ningún comentario.

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    Es una historia bastante trágica, quizás un poco violenta, así que dejo la advertencia de no leer si son de corazón sensible, sobre todo si apoyan la relación de Yura con Andrew.
    Basada hace 10 años atras, justo a mediados de la toma del castillo Edo.

    O-ai dekite ureshii desu

    Sus pies tocaban con delicadeza el agua del estante, mientras los reflejos del sol en el agua, hacia parecer que su cabello fuera echo de un tipo de cristal, sobresalía de manera la sonrisa que tenia puesto en la llanura de sus labios, mientras que a tono, revoloteaban algunos mariposas a su rededor.

    -“Hermoso día… ¿No cree madre?”- pregunto con una suave voz, mientras metía por completo los pies al agua,

    -“Ayami-sama!, saque los pie de ahí, o va a enfermar!”- suplico una mujer, que vestía un tipo de yukata religioso. Ayami negó por completo a la sugerencia.

    -“No lo creo!”- grito y sin mas se aventó al estanque.

    -“Ayami-sama!!!- grito la misma mujer algo desesperada. –“ Suzumi-sama! Dígale algo!!! Por favor!!!”- pidió de forma suplicante, mientras que la melena blanca de Ayami emergía del agua.

    -“Kioshi, deberías venir a acá! El agua esta deliciosa!”-

    -“Ayami-sama!!! Salga del agua en este momento!, echo a perder ese kimono! Y el joven Takeshi esta por llegar!”- advirtió la sacerdotisa a la joven, la cual salio de un brinco del agua.

    -“¿Takeshi-baka vendrá para acá?”- pregunto con una enorme sonrisa. Voltio a ver a su madre, la cual asintió desde el asiento donde tomaba un poco el sol, su pálida piel necesitaba un poco de tono, aparte el medico lo había recetado. –“Kiash!!!”- grito sonriente la niña mientras salía corriendo hacia su habitación, tropezando por la rapidez y por llevar los pies mojados. –“Auch…”- se incorporo de nueva cuenta y volvió a correr.

    -“Le gusta…”- sonrió Suzumi a la sacerdotisa la cual asintió.

    -“Es bello cuando la persona que el destino elige para ti, es el verdadero amor de tu vida…”- sonrió la excelencia de buda.

    -“Si, Okita ha hablado con Matsuda-sama, el padre de Takeshi, y ambos han dado el consentimiento para que los chicos se relacionen…”- sonrió con suavidad. –“Algo bueno saldrá de esto…”-

    La sacerdotisa recogió las tazas de la merienda de Ayami. –“Exacto, los dos se gustan aparte los dos pertenecen a un amplio linaje samurai… solo algo bueno saldrá de esto…”-

    Ambas mujeres rieron.

    -“¿Qué me pongo?!”- grito un poco desesperada sacando las cajas de sus kimonos. Y ahí estaba, el perfecto kimono rosado que su padre recién había mandado a traer de las filtras de las artesanas, sonrió de sobremanera, un poco exaltada, lo saco con sumo cuidado y lo observo. –“hai!!”- aseguro viéndose en el espejo.

    Pasaba ya del medio día, Okita aun no volvía a casa, tampoco ninguno de sus hermanos, un joven y apuesto muchacho que rondaba los 17, 18 años, esperaba en el Atrio de la gran casa Yura.

    -“En un momento entra la señorita Ayami”- dijo un servidor a la familia, para después retirarse, un joven de melena castaña un poco rebelde, sujeta en una cola de caballo, mientras que el par de orbes grises ajustaban perfecto a su pálida piel, grandes y masculinas manos esperaban pacientes en sus rodillas, mientras un uniforme casi impecable de entrenamiento samurai se arrugaba ante la espera.

    -“Takeshi-san!”- llamo desde la puerta del atrio. El joven se puso de pie y sonrio a la muchachita.

    -«Ayami-san!»- dijo motivado acercandose a ella.

    Habian caminado hasta los campos de sakuras, donde recorrian debes encuando la cuenca del atardecer y esperaban a Tsuki, para despues devolver a su casa a la jovencita, pero aquel dia seria distinto.

    -“Ah… Oyes ayami…”- la llamo adelantándose dos pasos al andar de la joven.

    -“¿Qué sucede baka!?”- pregunto al hombre mientras le miraba algo intrigada ante su comportamiento.

    -“¿Piensas ser samurai toda la vida?”-

    -“Si, supongo, ¿Por qué?”-

    El joven se detuvo y la volteo a ver con una sonrisa. –“Los dos hemos crecido- la tomo de los hombros y la joven se quedo perpleja- Te has vuelto bastante bonita, y yo creo que he madurado, bueno al menos ya no te obligo comerte las lombrices, pero… siendo un poco mas serios… me gustas Ayami-san”- dijo sin mas.

    -“Takeshi”- murmuro esta algo sorprendida.

    -“Si, suena tonto, hasta absurdo, pero me gustas, y le he pedido a mi padre que hable con el tuyo, para que me de permiso de visitarte…”- se puso un poco rojo. –“como algo mas que amigos…”- Bajo sus manos hasta tomar las manos de la chica. –“Ayami-san, ai shitteru motto, ai…”- murmuro.

    Su pacto fue cerrado con un tímido pero dulce abrazo, del cual, solo la luna fue testigo, y las sakuras que caían como lluvia ante los hombros de estos dos jóvenes.

    -“¿Asi que pasaste toda la tarde y noche con Katsumoto-san?”- pregunto

    -“Después de todo, Katsumoto Takeshi, es un perfecto pretendiente, y lo mejor de todo Ayami-chan es que acepta el echo de que seas parte del clan!”- comento sumamente animado Okita, mientras tomaba un poco de sake.

    -“Hija, ¿Ya le dijiste a tu padre?”- pregunto la madre de Ayami, a la cual tenia abrazada.

    La menor negó algo tímido. –“¿Decirme que?”- pregunto respingado el líder de los Yura, los hermanos de este voltearon a ver a la hija menor.

    -“El joven Takeshi ha declarado su amor hacia mi…”- se sonrojo bastante y agacho aun mas la cabeza, mientras sus cabellos caían y cubrían sus avergonzados ojos rojos.

    Okita sonrió de una manera incomparable al escuchar aquello. Y se puso de pie. –“Aa!!!! Esto amerita una cena!!!! Llama a la servidumbre!!!! ¿Quién dijo que no se podía ser guerrera y ser esposa fiel?!!!!”- después se quedo callado. –“Al diablo!!!! Dejaras la espada una vez que te cases con Takeshi!!!!!”- bailo un poco, volteando a ver a sus hermanos.

    -“El muchacho tiene katana en la funda!”- dijo uno en tono de albur, todos comenzaron a reír, mientras la menor se ponía mas roja.

    -“¿matrimonio?”- pensó anonadada, según los dos –takeshi y ella- se casarian en unos tres o cuatro años mas, no tan pronto, primero querían madurar mas, pero a como pintaban las cosas… al mes estaría casada con Katsumoto. Ahora se tendría que atener a lo que Takeshi le diría, ya que la había echo prometer no decir nada al respecto, hasta que el fuera hablar con la familia, pero…

    A la semana, ya era llamado hijo, por Okita, y visitaba con regularidad la casa… Las caminatas de ambos jóvenes por los campos de sakuras eran muy prolongadas, podían estar horas y horas hablando, y cada momento que tenían oportunidad se veían. Los días de misión, Ayami pasaba un total infierno, Takeshi tenia un rango mas elevado que el de ella, y por lo tanto lo mandaban a misiones mas complejas inclusive peligrosa, por eso rezar ha guayin se había convertido en una pieza clave del día de Ayami, inclusive había puesto de su parte, para aprender sobre meditación… las sesiones solo podían ser interrumpidas por la llegada de Takeshi a la casa, que era cuando Ayami se le tiraba encima y lo abrazaba con fuerza, dando gracias a su madre protectora el bienestar de su bienamado.

    -“Ayami-san! Promete que te cuidaras…”- pedia mientras sujetaba la correa del caballo que montaba la albina, esta sonrió recargándose del lomo del animal.

    -“Suenas como si no nos volviéramos a ver… ¿Me cree acaso, Katsumoto-san, tan baka como para morir en una misión de transporte de información?”- pregunto viéndole a los ojos.

    -“Iie… pero de todos modos, ten cuidado, cuida que no te vean la espada…”- tomo aire el joven. –“Te veré nada mas que yo regrese de Fukuoka…”- indico el joven.

    -“¿Te mandaron a Kyushu?”- pregunto sorprendida.

    -“Hai, al parecer un clan se esta revelando y nos han pedido ayuda los contrarios a dicho clan…”- murmuro este.

    -“Por la victoria de la honorable manada lobo!”- dijo con una sonrisa formada en sus labios, para golpear al caballo y comenzar a avanzar, tras ellas, dos miembros mas del clan. Takeshi sonrió confiado.

    -“Por tu retorno…”- murmuro, para entrar a la casa del clan.

    Dos semanas habían pasado aproximadamente, Takeshi había subido a un puesto un poco mas alto dentro de la misión, ahora dirigía un escuadrón, y es que el clan aquel se negaba a sucumbir ante los feroces lobos, los cuales trataba de liberar a una aldea…

    -“Se me hace estupido que hagamos esto!”- grito el que estaba a mando de toda la misión. –“Deberíamos de estar en Tokio, viendo como tomar cartas en el asunto con el nuevo gobierno!”-

    -“Señor, recuerde que Izumi-sama, dice que la violencia genera mas violencia, además los Zen-Ryu estamos para proteger a quienes lo necesitan”- aclaro un hombre al general, el cual lo dispalfarro con la mirada.

    Takeshi llego a donde la junta. –“Señor!”- hizo una reverencia. –“Algunos hombres cayeron, al parecer tenemos amurallada la mansión principal del enemigo, sugiero que mandemos a unos cuantos hombres para que vean que se puede hacer…”-

    -“Excelente idea, Katsumoto-san!”- felicito el mayor. –“Pero estoy esperando algo de Kyoto…”- murmuro.

    La noche transcurrió tranquila al día siguiente, los metales de unas herraduras pisaban el césped seco.

    -“Señor! Señor!”- entro un guardia a donde se encontraba el comandante de la justa. –“Le buscan los mensajeros, ordenes desde Kyoto!”-

    -“Siempre puntuales!”- sonrió de forma avara mientras que caminaba a la salida. –“Llamen a Takeshi-san!”-ordeno mientras recibía a los recién llegados. El frió de las montañas, pegaban en las rojas mejillas de aquel robusto hombre de ojos ámbar. –“Mayia-san!!! Yura-san!!!”- saludo entusiasta. –“Justo a los que quería ver!!”- sonrió.

    -“Aukuyo-sama”- murmuro Mayia, bajando del caballo, Ayami bajo antes que su compañero he hizo una reverencia, poco después la demás le acompañaron.

    -“Es bueno ver a los jóvenes lobeznos progresar tanto…”- el comandante tomo a Maiya por el hombro. –“¿Qué dice el gran jefe?”- pregunto.

    -“Ayami-san”- extendió la mano, y Yura paso el scroll, el cual Maiya le entrego al capitán, siguieron hablando mientras se comenzaban a internar hacia la base del campamento privado de Aukuyo.

    -“Descansen y den de comer a los animales…”- dijo la peliblanca, mientras se quitaba la hibara de lana que llevaba puesta. Mientras buscaba algo con una mirada bastante curiosa. Su roja vista saltaba de un lado a otro.

    -“¿Ayami?”- pregunto una incrédula voz, esta volteo sacándose los guantes que cubrían sus antebrazos, esta volteo buscando la persona que le llamaba con tanta familiaridad. –“Ayami!!!”-

    -“¿Takeshi?”- pregunto sonriendo, viendo a no muy lejos de ella, una figura bastante conocida. –“Takeshi!!!”- grito, soltando todo lo que tenia en la mano, comenzando a correr hacia el joven castaño.

    -“Ayami!!!”- extendió los brazos, para atrapar casi en el aire a la ligera chica que se le lanzaba. –“Oh!!! Ayami!!!! Ayami-chan!!!”- grito abrazándola con fuerza, y frotando su espalda, no la quería soltar, solo la quería mantener ahí, cerca, a su lado. –“Mi Ayami… no sabes… no sabes cuanto espere por esto…”- le confeso al oído.

    -“Takeshi-san… Takeshi-san… mi dulce takeshi…”- se separo y le toco el rostro. –“Mi Takeshi…”- le beso la mejilla.

    La tarde había caído, si ninguna normalidad, solo se les podía ver, sentados al borde de un desfiladero cercano, desde donde se podía percibir la inmensidad de los grandes bosques de Fukuoka. El sujetaba la mano de ella entre la suya, y la apretaba con cierta fuerza protectora.

    -“Ayami… se me hizo eterno este tiempo…”- confeso.

    Yura sonrojo un poco. –“Le pedí a Iruka-sama que por favor me mandara, para escoltar a Mayia-san…”- confeso ella también, le volteo a ver. –“Te necesitaba ver… Takeshi…”-

    yura4

    continuará…

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  • Dangos

    Publicado el 19 19-06:00 mayo 19-06:00 2009 ingrid Ningún comentario.

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    Capítulo 1: No cierres los ojos y mira

    Yura ayami

    Por:  Divath

    Si, era un dia como cualquier otro, mas largo de lo normal, el sol se posesionaba del blancuzco cielo y las nubes eran disipadas por un embravecido viento. Una pelota jugaba en el aire mientras que una niña de kimono rojo caminaba de la mano de su hermano mayor.

    Ella sonreia.

    -«Deja de sonreir con mil demonios… Aya-chan… me estresa de que siempre sonries…»-

    -«Si sonrio siempre papa dira que soy la mas linda…»-

    -«Buena respuesta… pero aun asi deja de sonreir… si estas feliz todo el tiempo, son signos de que eres una persona debil…»- se quedo callado. -«Aunque… tu no te tienes que preocupar por eso»- arqueo de nueva cuenta la ceja. -«Eso dejaselo a los hombres…»-

    -«Sano-neesam, te contradijiste…»- exclamo admirada la niña.

    -«Argg… cllate y sigue caminando, no queremos que el tofu llegue frio a la casa.»-

    La niña asintio y comenzo a correr, entre risas y brincos de charso de agua, el liston del cabello de la niña se fue desamarrando poco a poco, hasta que en una corriente de aire… esta volo por los vientos.

    -«Mi liston! Hermano mayor!! hermano mayor!!!»- la niña no dejo escapar ni un momento y corrio tras el liston.

    -«Espera! Aya-chan!!!»- Grito corriendo detras de ella, la niña, era mucho mas rapido que el, inclusive mas habil, ya que habia podido rodear o esquivar a toda la gente de la plazuela de Edo. -«Demonios!»- musito el joven, al ver que habia perdido de vista a la pequeña, debia encontrarla rapido, habia samurais del feudal por doquier, y la niña temia a esos guerreros, no queria encontrar a su pequeña hermana echa un mar de lagrimas.

    Se paro justo arriba de un asiento de la alameda, viendo que una cabellera blanca corria sin sesar, lo que se le hacia raro era que llevaba ya el liston en la mano, movio un poco la vista y vio como 3 o 4 hombres perseguian a la chiquilla. Este no espero, dejando caer el tofu y lo demas del mandado.

    -«Ayame…»- musito, alcanzado a los sujetos.

    Tres o cuatro calles mas adelante, los hombres habian acorralado a la pequeña.

    -«Segura que es ella…»- afirmo uno de los sujetos.

    -«Debe ser la hija menor de Yura, no cabe duda… mirale esos ojos…»-

    La niña trataba de mantener la sonrisa, pero sus manitas temblaban. -«Disculpen por haber tropesado con ustedes… no fue mi intencion… disculpenme por favor…»- hizo una reverencia muy remarcada. -«solo iba por mi liston… enserio… solo iba por mi liston…»- dijo enseñando el liston que llevaba en la mano izquierda.

    Los 4 samurais se vieron entre si. -«Sabias que por decreto no puedes andar sola…»-

    -«Diremos que robo el liston…»-

    -«Eso diremos en nuestra defensa…»-

    La chiquilla al oir eso, abrio mucho los ojos. -«Señores… yo no he robado nada… e smio…»- se puso de pie reclamando.

    -«No seas altanera, pequeña malcreada!»- la vociferacion vino acompañada de una patada por parte de uno de ellos, la niña, por inercia cayo directo al suelo, cerrando los ojos y recargandose con sus brazos. Estaba asustada. -«Igual de idiota que tu padre!!!! Te mataremos a ti y despues a toda tu degenerada fmailia!!!!»- vocifero el mismo hombre alzando su katana contra a la niña.

    -«No toques a mi hermana!!!!»- grito el hermano mayor de la pequeña que se veia romper el viento con la katana. Ayami abrio mucho los ojos y despues los cerro.

    -«Hermano!!!! Hermano!!!! Huye hermano!!!! te mataran hermano!!! Pide disculpas por favor hermano!!!»- gritaba desde el suelo, sumamente asustada la niña.

    -«No! No cierres los ojos! y Mira!…»-

    -o-o-o-o-o-o-o-

    Ayami abrio los ojos bastante agitada, se sento tirando una lampara de aceite que estaba junto a su futon, habia rodado haciendo un demencial ruido metalico.

    -«Otra vez…»- susurro, tayandose la melena, habia vuelto a soñar con su hermano.

    -«¿Estas bien Yura-sam?»- pregunto una voz entrando a la habitacion de la chica.

    -«Si… estoy bien Aiko-Kun…»- Yura se puso de pie cogiendo su yukata. -«Despierta a todos… nos moveremos de aqui…»-

    -«Yura-sam… ¿Segura que esta bien?»- Insistio aquella voz. Yura volteo a verle, con mirada seria pero pacifica. -«No esta sonriendo…»-

    La chica abrio bastante los ojos y una liviana sonrisa aparecio en la llanura de sus labios. -«Si… a el no le gustaba que sonriera…»- murmuro, agachando la mirada. Aiko, le miro por algunos momentos, no habia escuchado nada d elo que habia dicho Yura. -«Vamos!, despierta a todos!»– ordeno con entuciasmo.

    Al salir de la posada, vio a su alrededor. -«Claro… justo aqui fue… Edo…»- penso viendo nuevamente el entorno. -«Vamos… debemos cortar camino para llegar a Tokaido…»-

    -«Te equivocaste hermano… te equivocaste… sonreir no es muestra de debilidad…»- detubo el caballo, por lo tanto los demas se detubieron.

    -«Nos estaban esperando Yura-Sam…»-

    Yura asintio, colocando una mano sobre una de sus dos katanas. -«Es muestra de confianza…»- -«Salgan cobardes…»- susuro sonriendo. -«Arrggg!!!!!»- grito mientras se abalanzeaba contra el primero de sus oponentes. -«ahora tu… ahora tu no cierres los ojos y observa…»-

    yuracandi

    La historia pertenece a Divath

    El dibujo a Br3n

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  • Viejos retazos

    Publicado el 17 17-06:00 mayo 17-06:00 2009 ingrid Ningún comentario.

    Capítulo I

    Un adiós inesperado

    El brillo en sus ojos desapareció luego de dos días agónicos provocados por la intensa fiebre. El hermoso rostro de aquella maravillosa mujer -su compañera, su mujer- que siempre había tenido un tono saludable y rosado, ahora estaba pálido, frío, muerto. La vida la había abandonado y ahora era una muñeca.

    Su esposo tenía su mano tomada con fuerza, no la quería soltar, pero el médico de la familia depositó su mano en su hombro, despertándolo de aquel trance, de aquel sueño en que aún veía el brillo de su sonrisa encantadora, de sus ojos alegres y de su hermosa manera de ser. La verdad lo azotó y destruyó completamente, pero su rostro no lo mostraba. Se mantuvo calmo y acogió a su hijo, quién estaba a los pies del futón, observando la escena sin entender nada. Aun así, se encontraba feliz: Su mamá ya no estaba sufriendo ni gritando, eso estaba bien. ¿Estaría dormida?

    Watanabe Hideo llevó a su hijo hasta la sala principal, donde estaba el resto de la familia esperando la devastadora noticia. Lo entregó a una de los parientes de Aiko, una tía que adoraba el chiquillo. El doctor apareció un momento después, y dió el aviso con mucho pesar.

    Aquel hombre desapareció inmediatamente de la casa, y aunque muchos quisieron seguirlo, no podrían: Hideo los alejaría con su katana si hubiera sido necesario. Comenzó a acelerar el paso, pensando en todo lo que había ocurrido aquella semana. Había tenido muchos encuentros con gente que quería verlo muerto, había batallado incansablemente sólo para tener la rencompensa de ver a su mujer y su hijo al atardecer; ahora todo aquello parecía sólo un cuento, un sueño.

    Llevaba el semblante aparentemente tranquilo, sus ojos amarillos estaban encendidos con rabia, pero no había expresión alguna en su rostro. Pronto abandonó la parte poblada de Tsu, y llegó después de un par de horas, a un lago cercano. Habían algunas embarcaciones de pescadores y otros campesinos recogiendo algunas hierbas que crecían en las orillas.

    Su corazón latía fuertemente, casi como si pudiera romper su caja toráxica y salirse de su cuerpo. Se acercó al agua y mojó sus pies. No era la única parte empapada: Sus ojos se nublaron, su mirada fue cubierta por una gran cantidad de lágrimas, las cuales fueron liberadas junto con un doloroso grito -que había estado retenido por días- el cual llegó a asustar a los animales que yacían cerca de él.

    Culpó a los cielos, a las circunstancias, al doctor, pero por sobretodo a sí mismo. Si hubiera tenido su arma, ya se hubiera quitado la vida. Gritó con fuerza, con rabia, con angustia. Cuando sus fuerzas lo abandonaron, Hideo se dejó caer allí, sin importar que parte del lago cubriera su cuerpo. Su rostro se enfrentaba al cielo, el cual era el único real testigo de sus llagas. Estaba incompleto, algo lo abandonó esa misma tarde.

    Estuvo en silencio por horas, hasta que la noche lo encontró en el mismo lugar. Su cuerpo estaba frío y sus ropas mojadas. Sus ojos ya no estaban rojos, las lágrimas habían desaparecido.

    «Aiko estaría decepcionada. No puedo dejarme abatir» Susurró inexpresivo y llevó ambas manos a su cabeza. Le dolía.

    «El dolor pasará…» O al menos eso esperaba. La amaba demasiado que pensaba que ella se había llevado su alma junto con ella. Ebisu debía estar preocupado por él.

    «Ebisu» Una sonrisa se dibujó luego de muchas semanas. Parecía que la alegría lo había abandonado, pero ahora la estaba recuperando. Era fuerte después de todo, o al menos la encontraría en alguien más. Ese era su hijo.

    hideo

     Autor: Glow Naif

  • Los ocho Letales…

    Publicado el 16 16-06:00 mayo 16-06:00 2009 ingrid Ningún comentario.

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    Desde hace tiempo he comenzado a jugar rol, el nombre del rol es «Japón Meiji», lo que me gusta de ese juego son sus personajes.

    Hideo Watanabe es un hombre bastante serio y paternal. Es un personaje que inspira mucho, de todas formas aquí les dejo la imagen de los personajes para que los vean.

    Si obtengo permiso publicaré aquí sus historias.

    La autora se llama Tania B.  pero también es conocida como Glow o como la he llamada con anterioridad Capitán.  Espero disfruten de este su arte.

    ocholetales

    De izquierda a derecha, primera línea:

    Oonishi, 43 años, Libra. Es el mayor de todos y también el más maduro (Corrige a los demás, casi como si fuera su padre). Posee una personalidad calmada, conciliadora y bastante fácil de llevar, además de ser muy agradable. Es conocido como «La consciencia del grupo» y su técnica es sútil pero efectiva.

    Watanabe, 41 años, Capricornio. Creo que ya lo conocen bastante bien jaja. Es el más serio de todos, y el más tradicional y absolutista. Es difícil que cambien su opinión. Su técnica es más bien directa y rápida.

    Nakamura, 40 años, Aries. Él más impulsivo, testarudo y violento de los Ocho Letales. Se introdujo al grupo como el rival de Watanabe, y gustaba dar escarmientos a los que lo rodeaban. Es rudo, descortés y pierde la paciencia con rapidez. Su técnica es brutal y muy improvisada.

    Yamada, 28 años, Piscis. El niño prodigio, como es conocido en el grupo y también en su escuela, es el más joven de los Ocho Letales pero posee bastante habilidad innata, que lo pone al nivel de sus compañeros. Es complaciente, servidor y muy alegre. También es «La sombra de Watanabe», porque lo sigue a todos lados. Su técnica es complicada y única -por lo que es difícil que los oponentes lo imiten-

    Segunda línea, de izquierda a derecha:

    Miyake, 39 años, Leo. Es el más revoltoso y mujeriego, además del integrante con más personalidad del grupo. Es bastante protector con sus compañeros y también él que goza de fiestas y salir con ellos. Gracias a él, la mayoría del grupo encontró esposa. Su técnica es muy veloz y también muy llamativa.

    Kobayashi, 38 años, Escorpión. En un principio, los demás se mostraron reacios a dejarlo entrar en el grupo, puesto que era conocido por su extraña manera de ejecutar sus técnicas, además de lo sanguinario que era por ninguna razón. Fue el último en ingresar a los Ocho Letales. Es de sangre fría, analítico en su trabajo y muy obsesivo con lo que desea. Es bastante impredescible, por lo que su técnica puede variar, siempre dejará eso sí, su sello bien marcado.

    Sato, 33 años, Tauro. El mejor amigo de Miyake -son inseparables- y uno de los más persistentes del grupo. Posee un gran cariño por sus compañeros aunque es muy reservado para cuando da su opinión. Tiene tres casas en diferentes ciudades, para hacer feliz a su mujer. Su técnica es constante, así cansa a su oponente.

    Ito, 30 años, Acuario. El niño bonito del grupo (Nakamura piensa lo contrario). Es sutil, ingenioso y muy amistoso, aunque se lleva mejor con Oonishi. Las mujeres se pelean por él, y el grupo ha tenido que separar a las chicas para que no se maten. Tiene una debilidad por las mujeres provenientes de China. Su técnica incluye el uso de todos los recursos que estén a su alrededor.

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    Glow… por que tu arte y tu imaginación son únicos.

     

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