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  • O-ai dekite ureshii desu

    Publicado el 30 30-06:00 mayo 30-06:00 2009 ingrid Ningún comentario.

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    Es una historia bastante trágica, quizás un poco violenta, así que dejo la advertencia de no leer si son de corazón sensible, sobre todo si apoyan la relación de Yura con Andrew.
    Basada hace 10 años atras, justo a mediados de la toma del castillo Edo.

    O-ai dekite ureshii desu

    Sus pies tocaban con delicadeza el agua del estante, mientras los reflejos del sol en el agua, hacia parecer que su cabello fuera echo de un tipo de cristal, sobresalía de manera la sonrisa que tenia puesto en la llanura de sus labios, mientras que a tono, revoloteaban algunos mariposas a su rededor.

    -“Hermoso día… ¿No cree madre?”- pregunto con una suave voz, mientras metía por completo los pies al agua,

    -“Ayami-sama!, saque los pie de ahí, o va a enfermar!”- suplico una mujer, que vestía un tipo de yukata religioso. Ayami negó por completo a la sugerencia.

    -“No lo creo!”- grito y sin mas se aventó al estanque.

    -“Ayami-sama!!!- grito la misma mujer algo desesperada. –“ Suzumi-sama! Dígale algo!!! Por favor!!!”- pidió de forma suplicante, mientras que la melena blanca de Ayami emergía del agua.

    -“Kioshi, deberías venir a acá! El agua esta deliciosa!”-

    -“Ayami-sama!!! Salga del agua en este momento!, echo a perder ese kimono! Y el joven Takeshi esta por llegar!”- advirtió la sacerdotisa a la joven, la cual salio de un brinco del agua.

    -“¿Takeshi-baka vendrá para acá?”- pregunto con una enorme sonrisa. Voltio a ver a su madre, la cual asintió desde el asiento donde tomaba un poco el sol, su pálida piel necesitaba un poco de tono, aparte el medico lo había recetado. –“Kiash!!!”- grito sonriente la niña mientras salía corriendo hacia su habitación, tropezando por la rapidez y por llevar los pies mojados. –“Auch…”- se incorporo de nueva cuenta y volvió a correr.

    -“Le gusta…”- sonrió Suzumi a la sacerdotisa la cual asintió.

    -“Es bello cuando la persona que el destino elige para ti, es el verdadero amor de tu vida…”- sonrió la excelencia de buda.

    -“Si, Okita ha hablado con Matsuda-sama, el padre de Takeshi, y ambos han dado el consentimiento para que los chicos se relacionen…”- sonrió con suavidad. –“Algo bueno saldrá de esto…”-

    La sacerdotisa recogió las tazas de la merienda de Ayami. –“Exacto, los dos se gustan aparte los dos pertenecen a un amplio linaje samurai… solo algo bueno saldrá de esto…”-

    Ambas mujeres rieron.

    -“¿Qué me pongo?!”- grito un poco desesperada sacando las cajas de sus kimonos. Y ahí estaba, el perfecto kimono rosado que su padre recién había mandado a traer de las filtras de las artesanas, sonrió de sobremanera, un poco exaltada, lo saco con sumo cuidado y lo observo. –“hai!!”- aseguro viéndose en el espejo.

    Pasaba ya del medio día, Okita aun no volvía a casa, tampoco ninguno de sus hermanos, un joven y apuesto muchacho que rondaba los 17, 18 años, esperaba en el Atrio de la gran casa Yura.

    -“En un momento entra la señorita Ayami”- dijo un servidor a la familia, para después retirarse, un joven de melena castaña un poco rebelde, sujeta en una cola de caballo, mientras que el par de orbes grises ajustaban perfecto a su pálida piel, grandes y masculinas manos esperaban pacientes en sus rodillas, mientras un uniforme casi impecable de entrenamiento samurai se arrugaba ante la espera.

    -“Takeshi-san!”- llamo desde la puerta del atrio. El joven se puso de pie y sonrio a la muchachita.

    -«Ayami-san!»- dijo motivado acercandose a ella.

    Habian caminado hasta los campos de sakuras, donde recorrian debes encuando la cuenca del atardecer y esperaban a Tsuki, para despues devolver a su casa a la jovencita, pero aquel dia seria distinto.

    -“Ah… Oyes ayami…”- la llamo adelantándose dos pasos al andar de la joven.

    -“¿Qué sucede baka!?”- pregunto al hombre mientras le miraba algo intrigada ante su comportamiento.

    -“¿Piensas ser samurai toda la vida?”-

    -“Si, supongo, ¿Por qué?”-

    El joven se detuvo y la volteo a ver con una sonrisa. –“Los dos hemos crecido- la tomo de los hombros y la joven se quedo perpleja- Te has vuelto bastante bonita, y yo creo que he madurado, bueno al menos ya no te obligo comerte las lombrices, pero… siendo un poco mas serios… me gustas Ayami-san”- dijo sin mas.

    -“Takeshi”- murmuro esta algo sorprendida.

    -“Si, suena tonto, hasta absurdo, pero me gustas, y le he pedido a mi padre que hable con el tuyo, para que me de permiso de visitarte…”- se puso un poco rojo. –“como algo mas que amigos…”- Bajo sus manos hasta tomar las manos de la chica. –“Ayami-san, ai shitteru motto, ai…”- murmuro.

    Su pacto fue cerrado con un tímido pero dulce abrazo, del cual, solo la luna fue testigo, y las sakuras que caían como lluvia ante los hombros de estos dos jóvenes.

    -“¿Asi que pasaste toda la tarde y noche con Katsumoto-san?”- pregunto

    -“Después de todo, Katsumoto Takeshi, es un perfecto pretendiente, y lo mejor de todo Ayami-chan es que acepta el echo de que seas parte del clan!”- comento sumamente animado Okita, mientras tomaba un poco de sake.

    -“Hija, ¿Ya le dijiste a tu padre?”- pregunto la madre de Ayami, a la cual tenia abrazada.

    La menor negó algo tímido. –“¿Decirme que?”- pregunto respingado el líder de los Yura, los hermanos de este voltearon a ver a la hija menor.

    -“El joven Takeshi ha declarado su amor hacia mi…”- se sonrojo bastante y agacho aun mas la cabeza, mientras sus cabellos caían y cubrían sus avergonzados ojos rojos.

    Okita sonrió de una manera incomparable al escuchar aquello. Y se puso de pie. –“Aa!!!! Esto amerita una cena!!!! Llama a la servidumbre!!!! ¿Quién dijo que no se podía ser guerrera y ser esposa fiel?!!!!”- después se quedo callado. –“Al diablo!!!! Dejaras la espada una vez que te cases con Takeshi!!!!!”- bailo un poco, volteando a ver a sus hermanos.

    -“El muchacho tiene katana en la funda!”- dijo uno en tono de albur, todos comenzaron a reír, mientras la menor se ponía mas roja.

    -“¿matrimonio?”- pensó anonadada, según los dos –takeshi y ella- se casarian en unos tres o cuatro años mas, no tan pronto, primero querían madurar mas, pero a como pintaban las cosas… al mes estaría casada con Katsumoto. Ahora se tendría que atener a lo que Takeshi le diría, ya que la había echo prometer no decir nada al respecto, hasta que el fuera hablar con la familia, pero…

    A la semana, ya era llamado hijo, por Okita, y visitaba con regularidad la casa… Las caminatas de ambos jóvenes por los campos de sakuras eran muy prolongadas, podían estar horas y horas hablando, y cada momento que tenían oportunidad se veían. Los días de misión, Ayami pasaba un total infierno, Takeshi tenia un rango mas elevado que el de ella, y por lo tanto lo mandaban a misiones mas complejas inclusive peligrosa, por eso rezar ha guayin se había convertido en una pieza clave del día de Ayami, inclusive había puesto de su parte, para aprender sobre meditación… las sesiones solo podían ser interrumpidas por la llegada de Takeshi a la casa, que era cuando Ayami se le tiraba encima y lo abrazaba con fuerza, dando gracias a su madre protectora el bienestar de su bienamado.

    -“Ayami-san! Promete que te cuidaras…”- pedia mientras sujetaba la correa del caballo que montaba la albina, esta sonrió recargándose del lomo del animal.

    -“Suenas como si no nos volviéramos a ver… ¿Me cree acaso, Katsumoto-san, tan baka como para morir en una misión de transporte de información?”- pregunto viéndole a los ojos.

    -“Iie… pero de todos modos, ten cuidado, cuida que no te vean la espada…”- tomo aire el joven. –“Te veré nada mas que yo regrese de Fukuoka…”- indico el joven.

    -“¿Te mandaron a Kyushu?”- pregunto sorprendida.

    -“Hai, al parecer un clan se esta revelando y nos han pedido ayuda los contrarios a dicho clan…”- murmuro este.

    -“Por la victoria de la honorable manada lobo!”- dijo con una sonrisa formada en sus labios, para golpear al caballo y comenzar a avanzar, tras ellas, dos miembros mas del clan. Takeshi sonrió confiado.

    -“Por tu retorno…”- murmuro, para entrar a la casa del clan.

    Dos semanas habían pasado aproximadamente, Takeshi había subido a un puesto un poco mas alto dentro de la misión, ahora dirigía un escuadrón, y es que el clan aquel se negaba a sucumbir ante los feroces lobos, los cuales trataba de liberar a una aldea…

    -“Se me hace estupido que hagamos esto!”- grito el que estaba a mando de toda la misión. –“Deberíamos de estar en Tokio, viendo como tomar cartas en el asunto con el nuevo gobierno!”-

    -“Señor, recuerde que Izumi-sama, dice que la violencia genera mas violencia, además los Zen-Ryu estamos para proteger a quienes lo necesitan”- aclaro un hombre al general, el cual lo dispalfarro con la mirada.

    Takeshi llego a donde la junta. –“Señor!”- hizo una reverencia. –“Algunos hombres cayeron, al parecer tenemos amurallada la mansión principal del enemigo, sugiero que mandemos a unos cuantos hombres para que vean que se puede hacer…”-

    -“Excelente idea, Katsumoto-san!”- felicito el mayor. –“Pero estoy esperando algo de Kyoto…”- murmuro.

    La noche transcurrió tranquila al día siguiente, los metales de unas herraduras pisaban el césped seco.

    -“Señor! Señor!”- entro un guardia a donde se encontraba el comandante de la justa. –“Le buscan los mensajeros, ordenes desde Kyoto!”-

    -“Siempre puntuales!”- sonrió de forma avara mientras que caminaba a la salida. –“Llamen a Takeshi-san!”-ordeno mientras recibía a los recién llegados. El frió de las montañas, pegaban en las rojas mejillas de aquel robusto hombre de ojos ámbar. –“Mayia-san!!! Yura-san!!!”- saludo entusiasta. –“Justo a los que quería ver!!”- sonrió.

    -“Aukuyo-sama”- murmuro Mayia, bajando del caballo, Ayami bajo antes que su compañero he hizo una reverencia, poco después la demás le acompañaron.

    -“Es bueno ver a los jóvenes lobeznos progresar tanto…”- el comandante tomo a Maiya por el hombro. –“¿Qué dice el gran jefe?”- pregunto.

    -“Ayami-san”- extendió la mano, y Yura paso el scroll, el cual Maiya le entrego al capitán, siguieron hablando mientras se comenzaban a internar hacia la base del campamento privado de Aukuyo.

    -“Descansen y den de comer a los animales…”- dijo la peliblanca, mientras se quitaba la hibara de lana que llevaba puesta. Mientras buscaba algo con una mirada bastante curiosa. Su roja vista saltaba de un lado a otro.

    -“¿Ayami?”- pregunto una incrédula voz, esta volteo sacándose los guantes que cubrían sus antebrazos, esta volteo buscando la persona que le llamaba con tanta familiaridad. –“Ayami!!!”-

    -“¿Takeshi?”- pregunto sonriendo, viendo a no muy lejos de ella, una figura bastante conocida. –“Takeshi!!!”- grito, soltando todo lo que tenia en la mano, comenzando a correr hacia el joven castaño.

    -“Ayami!!!”- extendió los brazos, para atrapar casi en el aire a la ligera chica que se le lanzaba. –“Oh!!! Ayami!!!! Ayami-chan!!!”- grito abrazándola con fuerza, y frotando su espalda, no la quería soltar, solo la quería mantener ahí, cerca, a su lado. –“Mi Ayami… no sabes… no sabes cuanto espere por esto…”- le confeso al oído.

    -“Takeshi-san… Takeshi-san… mi dulce takeshi…”- se separo y le toco el rostro. –“Mi Takeshi…”- le beso la mejilla.

    La tarde había caído, si ninguna normalidad, solo se les podía ver, sentados al borde de un desfiladero cercano, desde donde se podía percibir la inmensidad de los grandes bosques de Fukuoka. El sujetaba la mano de ella entre la suya, y la apretaba con cierta fuerza protectora.

    -“Ayami… se me hizo eterno este tiempo…”- confeso.

    Yura sonrojo un poco. –“Le pedí a Iruka-sama que por favor me mandara, para escoltar a Mayia-san…”- confeso ella también, le volteo a ver. –“Te necesitaba ver… Takeshi…”-

    yura4

    continuará…

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